Teníamos
claro que de Cartagena queríamos
subir más al norte para disfrutar del auténtico Caribe, pero no acabábamos de decidir por qué lugar comenzar. Al
final escogimos Santa Marta, una
pequeña ciudad que en su origen dicen que fue una joya colonial, pero que hoy
en día resulta más bien fea, descuidada, decadente pero sin el encanto de otras
localidades que conservan algún atisbo de sus días de gloria.
Te
venden que las playas de Rodadero,
que es un barrio de Santa Marta, son
bonitas. En fin, o estás ciego o no ves más que edificios a pie de playa, arena
que podría estar mucho más limpia y, para completar el cuadro, los vendedores
ambulantes que parecen venir con el paquete de playa. Aquí es aún peor que en Playa Blanca, el proceso de venda aquí
es: tenemos coco, helado, cerveza, tours, restaurante, masaje, marihuana y cocaína…
no sé con qué más podrían seguir. También invaden la zona de baño del mar con
enormes colchonetas y lanchas de alquiler. Duramos dos horas y gracias.
Como
el panorama no parecía mejorar en Santa
Marta, cambiamos a la localidad vecina, Taganga.
Bien diferente, es un pueblecito de pescadores que según la Lonely Planet o lo amas o lo odias. Aún
no nos hemos decidido por cuál de las dos. Bonito no es, las calles están
destrozadas, son una mezcla de arena, piedras y basura por el medio y la playa
es una caca, sin embargo, resulta bastante más agradable que Santa Marta.
¿Cuál
es el atractivo de Taganga?, que
tiene siete escuelas de buceo que ofrecen sacarte el PADI, que es el título que
te homologa a nivel mundial como buzo en aguas abiertas y te cuesta unos 100 €
menos de lo que pagarías en España u
otro país europeo. Jordi quería hacer el curso, así que ya era una razón de
peso para venir a este pueblo. No tiene mucho más el pueblo...
gente todo el día en la calle |
y calles que dan miedo |
Por
otro lado, tanto Taganga como Santa Marta son buenos puntos de partida
para ir a visitar el Parque de Tayrona,
donde se encuentran las playas más alucinantes del país, las de Taganga ya las han echado a perder.
Para
matar el rato en Taganga puedes caminar hasta Playa Grande, que está a 15 minutos a pie desde el pueblo y, sin
ser nada espectacular, supone un paseo bonito y un lugar tranquilo sin riesgo
de que te quieran vender hasta su alma. La playa no hace honor a su nombre, más
bien es pequeña, pero lo bueno es que hay bastantes árboles que proporcionan
una sombra más que necesaria para soportar el sol caribeño. Y lo mejor es el
mar, una auténtica piscina, cero oleaje.
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