Chicago, la ciudad del viento, de los gánster
y del blues, ¡aquí estamos! Hemos pasado en ella dos noches y dos días,
¿suficiente?, creemos que sí para conocer lo principal, aunque sí vas con
tiempo es la ciudad ideal para disfrutarla.
Según
ellos, Chicago es la ciudad con la
gente más amable y cool que puedes encontrar en USA. Eso os lo podremos decir al final del viaje pero sí que son
peculiares. Hay un juego en la ciudad, al cruzarte por la calle con otra
persona le puedes hacer un “have five” o “give me five” y ella te tiene que
seguir el juego. Es curioso ver cómo desconocidos se chocan la mano, un
ejecutivo con una deportista, un trabajador de correos con un estudiante… lo
vamos a importar!!
De
nuevo hicimos couchsurfing y en esta ocasión el chico que nos acogió era tan
especial que convirtió la visita a Chicago
en una experiencia diferente y divertida. Nos aceptó en su casa a pesar de
tener en ese momento a tres chicas más alojadas, dos polacas y una alemana. Con
nosotros ya éramos seis pero aquí no acaba la historia, recibió el mismo día
que llegamos una solicitud de última hora y decidió que donde caben seis caben
nueve, así que se nos unieron otra alemana y una pareja de estadounidenses. Si
a los nueve invasores sumáis a Lateef y Lorean, los dueños del piso, sumamos
doce en un apartamento de unos 50m2. Os dejamos la foto del grupo al
completo.
El
primer día, Jordi y Chris (el chico alemán con el que compartimos el viaje) se
unieron a Lateef para jugar un partido de volley en la playa. Sí, Chicago tiene playa aunque el lago Michigan hace las veces de mar. Fue
una experiencia interesante, llegamos a la playa a eso de las 6 pm y a esa hora
la mayor parte de la gente ya ha salido de trabajar; por eso el paseo paralelo
a la playa estaba invadido de ciclistas, otros corriendo o simplemente
caminando y todas las canchas de volley a rebosar.
Para
rematar el día subimos a la azotea del bloque de apartamentos. Aquí lo que se
lleva son los condominios, o sea, los edificios cuentan con zonas comunes,
gimnasio, lavandería, cafetería (café por 0,75 céntimos) y azotea con mesas,
barbacoa, tumbonas y en muchos casos piscina. El ambiente es chulo porque todos
los vecinos son gente joven y se relacionan bastante entre ellos. El precio del
alquiler es de infarto; como os hemos dicho el apartamento no debía tener más
de 50 m2 y pagan 1500$ al mes, con gastos de electricidad, agua y
wi-fi incluidos. Y eso que Lateef se acaba de mudar hace un par de meses porque
antes vivían en el downtown (centro) y por un apartamento de características
similares pagaban el doble.
Nuestro
segundo día en Chicago fue intenso,
teníamos que exprimir el tiempo al máximo para visitar todo lo que se supone
que es imprescindible. Comenzamos prontito, a eso de las 9 am ya estábamos
listos para salir de casa. Cogimos el metro hasta la parada de Chicago Av. que
es donde comienza el donwtown. Allí mismito está la Torre del Agua y la torre Jonh Hancock donde por 18$ puedes subir
hasta el piso 94 donde está el observatorio o bien puedes subir al 95 o 96
donde están una cafetería y restaurante de lujo y tomarte un refresco por unos
10$ y disfrutar de las vistas. Nosotros subimos hasta allí pero como no
queríamos gastarnos esa pasta sacamos una foto a escondidillas y volvimos a
bajar.
Y
desde allí comenzó la caminata, tomamos Michigan St. hasta llegar al Chicago River y de allí al Navy Pier que es donde está la mítica
imagen de Chicago, la Ferry’s Wheel, es decir, la noria que no
es una noria cualquiera ya que fue la primera que se construyó en el mundo. Hay
un paseo paralelo al Lago Michigan
repleto de puestecillos de helados y, por supuesto, los de las agencias para
venderte el paseo en barco.
Regresamos
caminando por el puente del río Chicago
y seguimos hasta el Milenium Park,
parada obligada para sacar fotitos chulas a la “bean”, la alubia gigante que
refleja los rascacielos y el parque.
En
el mismo parque está una fuente bastante original, diseñada para que puedas
refrescarte los pies y, en el caso de los niños y algún que otro adulto,
bañarte bajo sus “cascadas” y chorros de agua.
Nos
faltaba atravesar todo el loop, la
zona financiera que está llena de rascacielos. Ésta es la estampa típica de
Chicago, que durante muchos años fue lugar de peregrinación de muchos
arquitectos para inspirarse en sus altos edificios. Casualmente era la hora del
almuerzo así que nos cruzamos con todos los trabajadores trajeados que regresaban
a las oficinas con su bolsa de comida que habían comprado en alguno de los
miles de restaurantes de comida para llevar que están en la zona. En el loop también está la famosa Willy’s Tower, que hasta hace unos años
era el edificio más alto del mundo. Más de lo mismo, puedes subir pero te toca
pagar unos 25$, ummm, lo vimos desde abajo.
Nos
tomamos un merecido descanso acompañados por un mega batido energético de açaí
y, con las pilas cargadas, seguimos pateando pero esta vez las tiendas, Macy’s,
American Apparel, H&M, ¡buf, creo que llevamos demasiado tiempo sin ir de compras!
Después
ya regresamos a casa a relajarnos un poquito en la azotea y a conectarnos a
Internet para poder teneros al día. Y para poner el broche final a Chicago, fuimos a cenar con Lateef,
Lorean, las polacas y unos vecinos a una de las pizzerías más famosas de la
ciudad, Giorgiano’s. La fama le viene
de sus populares “stuffed pizzas”, o sea, como una pizza rellena en el sentido
que es mucho más gruesa que una normal y tiene el aspecto de un pastel.
Probamos la vegetariana y la de salchichas y pepperoni y ambas deliciosas, lo
mejor es la salsa de tomate marinada que te traen para ponerla sobre el borde
de la pizza, alucinante. Dejamos Chicago
con un buen sabor de boca.
stuffed pizza |
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