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sábado, 18 de febrero de 2012

Chile, ¡que rica palta!



Os puede parecer curioso un cambio de país tan repentino; pero lo teníamos señalado en el calendario. Nosotros teníamos que llegar a Mendoza a principios de febrero porque allí nos esperaría un argentino-catalán, lo podemos llamar el otro Messi, con su novia Ingrid y toda su familia. Este mendozino es un ex compañero de trabajo que está pasando sus vacaciones en su tierra y nos abrió las puertas de su casa.

La cuestión es que con Ingrid y Gonzalo, su hermano Rodrigo, su mujer Ale y la pequeña Nicole nos dirigimos a cruzar la frontera chilena para pasar unos días en el país vecino.


El viaje fue tranquilo, además los siete pasamos la primera noche a medio camino en un pueblecito llamado Las Vegas, donde no había nada que hacer, así que Gonzalo y Jordi pasaron buena parte de la noche haciendo chorradas con la cámara de fotos.




Al día siguiente, después de poco más de una hora, llegamos al Puente Inca y pocos kilómetros más adelante al enorme Aconcagua que con casi 7.000 metros de altura es la montaña más alta de Sudamérica. Después de más de dos horas en la aduana revisando todos los papeles, cruzamos la frontera. El primer impacto son los peajes que hay, así que nos pareció que estuviéramos en una de tantas autopistas que hay por Europa. A pesar del buen estado de las carreteras, una de las ruedas quedó destrozada lo que hizo que perdiéramos la mitad del día siguiente buscando dónde cambiarla.

Puente Inca

Lo que se ve con nieve es el Aconcagua con sus 7000 m de altitud.
Los caracoles a 3000 m. de altitud.
Fuimos a parar a Reñaca, un pueblo pegado a Viña de Mar que no destacaría por nada si no fuera porque es el Lloret de Chile. Éste sería nuestro punto de partida para hacer las distintas salidas a Valparaíso y Santiago.

Valparaíso es una ciudad pegada al mar con mucho encanto, sucia pero que vale mucho la pena visitar. Es todo casitas de distintos colores amontonadas una encima de la otra en la ladera de un monte, lo que hace que tenga este aspecto tan mágico. La ciudad se ve antigua, ha sufrido terremotos y hay muchos edificios y almacenes aún derrumbados. Otra cosa que hace especial ésta ciudad es que tiene 15 elevadores de los cuales solo funcionaban 6 que sirven para transportar a los habitantes y turistas de las zonas a nivel de mar hasta arriba de las cuestas. Aunque no pudimos disfrutar de su noche, nos pareció una ciudad que cuando oscurece debe tener lugares preciosos por los que perderte y disfrutar en sus estrechas calles tomando una cervecita. Totalmente recomendable.





 








Elevador Turri




El otro día de turismo en Chile lo destinamos a conocer su capital, Santiago. Como toda gran ciudad tiene su ajetreo; pero turísticamente no tiene mucho que destacar. No necesitas dedicar más de un día a Santiago y puedes hacer el recorrido entero a pie ya que, a pesar de ser una ciudad de 5 millones de habitantes, todos los puntos importantes se concentran en un perímetro perfectamente apto para recorrer caminando.







Casa de Pablo Neruda
Los otros dos días en Chile los pasamos tomando el sol en la playa para recuperar el colorcillo que habíamos perdido en estos últimos dos meses por la Patagonia.



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