el blog

domingo, 26 de agosto de 2012

Los Angeles y muchas estrellas



Habíamos leído mucho sobre Los Angeles en otros blogs de viajeros y en todos decía lo mismo, que decepciona, que con un par de días tienes más que suficiente para ver las cuatro cosas que hay que visitar. No estaban equivocados.

Sin embargo, nuestra estancia en LA ha sido especial y seguro que no olvidaremos esta ciudad con facilidad. Básicamente dos personas han sido las responsables de ello, Jose, un mexicano afincado en LA que nos acogió durante tres días y Cristian, un ex compañero de equipo y amigo de Jordi.


Entre los dos nos has llevado a conocer todo lo imprescindible de la ciudad y alrededores. Además, dio la casualidad que Jose vive en Glendale y Cristian entrena y estudia en la universidad en esta misma área. Pura coincidencia pero a nosotros la ubicación nos vino de lujo.


Comenzamos por lo elemental, Hollywood Boulevard, es decir, el famoso paseo de las estrellas. Allí también está el teatro donde se entregan los Óscar y el Chinese Theatre, que es donde están grabadas en cemento las huellas de los pies y manos de unos cuantos famosos. Para qué os vamos a mentir, es todo bastante cutre. La calle en sí no vale nada y el teatro de los Óscar, que parece tan mono cuando lo ves por la tele, por fuera parece un simple centro comercial, bueno lo podéis comprobar vosotros mismos en las fotos. Pero caminamos arriba y abajo la calle y nos sacamos las requeridas fotos con nuestras estrellas favoritas.




De allí seguimos hasta la calle paralela que también es famosa, Sunset Boulevard. Aquí sí que no hay nada salvo tiendas y restaurantes.


Lo siguiente era encontrar el mejor lugar para sacar la foto del letrero de Hollywood, Jose lo consiguió llevándonos a Hollywood Lake, que es un lugar bastante elevado lleno de turistas que como nosotros posan haciendo que sostienen las famosas letras.



Seguimos la ruta por Beverly Hills y Rodeo Drive, a ver si veíamos a Brandon y Brenda. Os podéis imaginar lo que es, un barrio residencial repleto de mansiones, a cada cual más grande y con más coches de lujo aparcados en la puerta.



Y para finalizar nuestro primer día, subimos al Griffit Observatory para conseguir unas vistas privilegiadas de la ciudad de noche y visitamos el Staples Center, el estadio de los Lakers. Bueno, en realidad aún nos quedaba una cosa por hacer, cenar, así que Jose nos llevó a un tailandés y todo estaba para chuparse los dedos.



A la mañana siguiente, después de una horita de sol en la piscina de la urbanización de Jose, vino a buscarnos Cristian para conocer dos de las playas imperdibles de LA, Venice Beach y Santa Mónica. Creo que ya habéis llegado a la deducción de que nuestro compañero de viaje es un poco rarito…decidió quedarse todo el día encerrado en casa así que nos fuimos de paseo sin él.


Venice Beach es un espectáculo, puedes tirarte horas en el paseo marítimo tan solo contemplando a la variedad de personajes que circulan por allí. Una de las cosas populares es el gimnasio al aire libre, cuesta 10$ por día y solo hay tipos híper musculados que lo pagan para que la gente los mire. Otra de las atracciones son los vendedores legales de marihuana vestidos con sus trajes de color verde con las hojas dibujadas. Resulta que en California es legal consumir marihuana si es por receta médica, pero se ve que muchos argumentan que padecen de insomnio o cosas así para poder comprarla.




A nosotros nos encantó la pista de skate, estuvimos un buen rato viendo cómo hacían virguerías con el monopatín. A parte de esto, en Venice Beach hay tiendas de tatuajes cada dos pasos y mucha gente con pinta de loco. Interesante.



Después nos fuimos a Santa Mónica. Casi no hace falta ni que os la describamos, es la playa que puede que haya salido en más películas y series americanas. Cuando llegas todo te resulta familiar, las casetas de los vigilantes de la playa, la plataforma de madera sobre el mar con la noria, los puestecillos de algodón de azúcar y la gente patinando y en bici junto a la playa. Además, está plagada de plataformas para hacer deporte a pie de playa, así que aquí también tienes la dosis de musculitos exhibicionistas.





También damos por terminada nuestra particular Ruta 66.



Cuando volvimos a casa Jose nos esperaba para llevarnos a Pasadena, un barrio muy pijo y mono, atestado de boutiques y restaurantes. Allí fuimos a cenar sushi a un japonés, ¡riquísimo!


La verdad es que ya lo teníamos todo hecho, podríamos haber marchado perfectamente al día siguiente pero decidimos tomarnos un día más de reposo en el camino. El tercer día nos fuimos a pasear por Glendale, a una zona que es una especie de centro comercial al aire libre que se llama Americana y hay muchas tiendas de ropa y restaurantes. El colega alemán se volvió a quedar en casa, de tres días en LA solo salió uno.


Por la tarde volvió a pasar a recogernos Cristian para despedirnos; nos invitó a un yogurt helado buenísimo, ¡mil gracias! Y para marchar de LA con buen sabor de boca, cocinamos tortilla de patata y pà amb tomàquet y los postres los puso Jose, nos llevó a un restaurante llamado Cheesecake Factory cuya especialidad son las tartas. Eran alucinantes ¡pero casi reventamos!



3 comentarios:

  1. Ja, ja, ja... Antes de mirar la estrella ya sabía que allí estaría el nombre de Johnny Depp!!

    Un beso viajeros!!

    Momito

    ResponderEliminar
  2. jeje, una de dos o soy muy predecible o me conoces muy bien!!!

    Un besote.

    ResponderEliminar
  3. JOHNNYYYYYYYYYYYYYYY!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

    ResponderEliminar