Habíamos
leído mucho sobre Los Angeles en
otros blogs de viajeros y en todos decía lo mismo, que decepciona, que con un
par de días tienes más que suficiente para ver las cuatro cosas que hay que
visitar. No estaban equivocados.
Sin
embargo, nuestra estancia en LA ha
sido especial y seguro que no olvidaremos esta ciudad con facilidad.
Básicamente dos personas han sido las responsables de ello, Jose, un mexicano
afincado en LA que nos acogió durante
tres días y Cristian, un ex compañero de equipo y amigo de Jordi.
Entre
los dos nos has llevado a conocer todo lo imprescindible de la ciudad y
alrededores. Además, dio la casualidad que Jose vive en Glendale y Cristian entrena y estudia en la universidad en esta
misma área. Pura coincidencia pero a nosotros la ubicación nos vino de lujo.
Comenzamos
por lo elemental, Hollywood Boulevard,
es decir, el famoso paseo de las estrellas. Allí también está el teatro donde
se entregan los Óscar y el Chinese
Theatre, que es donde están grabadas en cemento las huellas de los pies y
manos de unos cuantos famosos. Para qué os vamos a mentir, es todo bastante
cutre. La calle en sí no vale nada y el teatro de los Óscar, que parece tan
mono cuando lo ves por la tele, por fuera parece un simple centro comercial,
bueno lo podéis comprobar vosotros mismos en las fotos. Pero caminamos arriba y
abajo la calle y nos sacamos las requeridas fotos con nuestras estrellas
favoritas.
De
allí seguimos hasta la calle paralela que también es famosa, Sunset Boulevard. Aquí sí que no hay
nada salvo tiendas y restaurantes.
Lo
siguiente era encontrar el mejor lugar para sacar la foto del letrero de Hollywood, Jose lo consiguió llevándonos
a Hollywood Lake, que es un lugar
bastante elevado lleno de turistas que como nosotros posan haciendo que
sostienen las famosas letras.
Seguimos
la ruta por Beverly Hills y Rodeo Drive,
a ver si veíamos a Brandon y Brenda. Os podéis imaginar lo que es, un barrio
residencial repleto de mansiones, a cada cual más grande y con más coches de
lujo aparcados en la puerta.
Y
para finalizar nuestro primer día, subimos al Griffit Observatory para conseguir unas vistas privilegiadas de la
ciudad de noche y visitamos el Staples Center, el estadio de los Lakers. Bueno, en realidad aún nos quedaba una cosa por hacer, cenar,
así que Jose nos llevó a un tailandés y todo estaba para chuparse los dedos.
A
la mañana siguiente, después de una horita de sol en la piscina de la
urbanización de Jose, vino a buscarnos Cristian para conocer dos de las playas
imperdibles de LA, Venice Beach y Santa Mónica. Creo que ya habéis llegado a la deducción de que
nuestro compañero de viaje es un poco rarito…decidió quedarse todo el día
encerrado en casa así que nos fuimos de paseo sin él.
Venice Beach es un espectáculo, puedes tirarte
horas en el paseo marítimo tan solo contemplando a la variedad de personajes
que circulan por allí. Una de las cosas populares es el gimnasio al aire libre,
cuesta 10$ por día y solo hay tipos híper musculados que lo pagan para que la
gente los mire. Otra de las atracciones son los vendedores legales de marihuana
vestidos con sus trajes de color verde con las hojas dibujadas. Resulta que en
California es legal consumir marihuana si es por receta médica, pero se ve que
muchos argumentan que padecen de insomnio o cosas así para poder comprarla.
A
nosotros nos encantó la pista de skate, estuvimos un buen rato viendo cómo
hacían virguerías con el monopatín. A parte de esto, en Venice Beach hay tiendas de tatuajes cada dos pasos y mucha gente
con pinta de loco. Interesante.
Después
nos fuimos a Santa Mónica. Casi no
hace falta ni que os la describamos, es la playa que puede que haya salido en
más películas y series americanas. Cuando llegas todo te resulta familiar, las
casetas de los vigilantes de la playa, la plataforma de madera sobre el mar con
la noria, los puestecillos de algodón de azúcar y la gente patinando y en bici
junto a la playa. Además, está plagada de plataformas para hacer deporte a pie
de playa, así que aquí también tienes la dosis de musculitos exhibicionistas.
También damos por terminada nuestra particular Ruta 66.
Cuando
volvimos a casa Jose nos esperaba para llevarnos a Pasadena, un barrio muy pijo y mono, atestado de boutiques y
restaurantes. Allí fuimos a cenar sushi a un japonés, ¡riquísimo!
La
verdad es que ya lo teníamos todo hecho, podríamos haber marchado perfectamente
al día siguiente pero decidimos tomarnos un día más de reposo en el camino. El
tercer día nos fuimos a pasear por Glendale,
a una zona que es una especie de centro comercial al aire libre que se llama
Americana y hay muchas tiendas de ropa y restaurantes. El colega alemán se
volvió a quedar en casa, de tres días en LA
solo salió uno.
Por
la tarde volvió a pasar a recogernos Cristian para despedirnos; nos invitó a un
yogurt helado buenísimo, ¡mil gracias! Y para marchar de LA con buen sabor de boca, cocinamos tortilla de patata y pà amb
tomàquet y los postres los puso Jose, nos llevó a un restaurante llamado Cheesecake Factory cuya especialidad son
las tartas. Eran alucinantes ¡pero casi reventamos!
3 comentarios:
Ja, ja, ja... Antes de mirar la estrella ya sabía que allí estaría el nombre de Johnny Depp!!
Un beso viajeros!!
Momito
jeje, una de dos o soy muy predecible o me conoces muy bien!!!
Un besote.
JOHNNYYYYYYYYYYYYYYY!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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