Vistas
las cataratas del Niagara seguimos sumando kilómetros hasta cruzar la frontera
con EE.UU. por Sarnia. La fama que tienen los estadounidenses de pesaditos se
la ganan a pulso, en ninguna frontera de las que hemos atravesado hasta el
momento (y mira que llevamos unas cuantas) nos habían hecho tantas preguntas.
Que por qué vas a USA, la razón por la que no tenemos reservados los
alojamientos, cuánto dinero llevas, que si nos han denegado alguna vez la
entrada al país y un sinfín de tonterías más edulcoradas con la cara de pocos
amigos de la poli de turno y su tono de “me encantaría tener una razón para no
dejarte pasar”. Eso sí, mucha preguntita pero poco control real, se supone que
no puedes atravesar la frontera con alimentos ni bebidas alcohólicas y nosotros
llevábamos encima una botella de ron y tabaco de Cuba, café de Colombia y frutos
secos, chocolatinas, cereales y algún
que otro alimento más.
Media
hora más tarde estábamos en el estado de Michigan y con rumbo al de Illinois, en
concreto a la ciudad de los gánster, Chicago. Pero para eso aún nos quedaban
muchas millas que recorrer. Cuando cruzamos la frontera eran las 9 de la noche
así que teníamos que hacer noche por el camino. La idea era encontrar un motel
de carretera baratillo y así descansar hasta la mañana siguiente. Para las 12
pm nos habíamos cansado de buscar porque todos los que pasamos costaban como
mínimo 60 $ la noche por persona, aunque nos llegaron a pedir hasta 100 $ y eso
que eran alojamientos en mitad de la nada. Solución, primera noche durmiendo en
el coche. Buscamos un aparcamiento seguro, el de un hotel y allí nos quedamos.
No fue tan malo, hemos pasado noches mucho peores en los buses, de hecho hasta
las 9:30 am no nos despertamos así que reto superado, ya tenemos una nueva
experiencia para la colección.
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