Después
de Las Vegas pasamos al estado al que
ansiábamos llegar desde el principio, California.
Aunque nuestro objetivo inicial era San
Diego, no conseguimos casa en esta ciudad así que optamos por quedarnos en Santa Ana que está en el condado de Orange County (donde la serie de pijos)
y está a tan solo 1 hora de San Diego.
De camino a California fuimos a ver Hoover Dam, nada del otro mundo, hay miles en el mundo.
En
Santa Ana nos esperaba Kim, una chica
de 23 años que nos acogió en la enorme casa de sus padres. Bueno, en realidad
nos quedamos en la casa de invitados, sí, aquí la gente no tiene habitación de
invitados sino una casa aparte dentro de su terreno…ya veis que la ficción
nunca supera a la realidad.
Las típicas casas de películas |
Llegamos
un sábado por la tarde y por la noche Kim nos llevó a Los Angeles, que cuando no hay tráfico está a tan solo media horita
de Santa Ana. Y, ¡sorpresa!, de nuevo
tuvimos una experiencia de película americana, fuimos a una fraternidad donde
vive uno de sus amigos. Así que las fraternidades no son invención de Hollywood, sino que es cierto que los
niños ricos pagan por vivir en estas enormes casas cercanas al campus y arman
sus fiestas con litros y litros de cerveza.
A
la mañana siguiente fuimos a pasar el día a San
Diego. Una ciudad que realmente vale la pena visitar, a nosotros nos gustó
y mucho. A primera hora de la mañana, aprovechando que el colega estaba un poco
dormido, le hicimos hacer un poco de turismo, oldtown y el Parque Balboa.
Al
mediodía ya estábamos paseando por la playa arriba y abajo, alucinando con la
cantidad de personajes que se ven… cuerpos tatuados, gente con sus bicis
tuneadas, chicas con patines, un pavo con una serpiente enorme…
Vimos
todo esto mientras el amigo se quedaba pancha arriba en la playa. Resultado
final: quemaduras por todo el cuerpo, el chico llevaba más de cinco años sin
pisar una playa.
Las
playas de California son inmensas y
con mucho oleaje, de ahí que estén llenas de surfistas. El agua del Pacífico sigue estando congelada como en
Chile, así que los baños los
reducimos a un par de minutos para refrescarnos y de nuevo a la arena.
La
parte mala del día fue que era domingo y agosto así que el volumen de coches
era tan exagerado que necesitamos una hora solo para encontrar parking. Y a la
vuelta a casa de Kim encontramos caravana, pero esto es habitual en California. La autopista tiene un mínimo
de seis carriles pero aún así vas parado porque hay más coches que personas, se
supone que un 85% de los coches que circulan por este estado van con una sola
persona en su interior, por eso hay un carril especial que se llama “car pool”
para coches con dos o más pasajeros. Es una maravilla porque no circula ni dios
por él así que avanzas el doble de rápido que la media.
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