las cataratas del Niagara

Como ya dijimos la granja nos vino de lujo en todos los sentidos, recuperamos energía, las ganas de viajar, algún quilito y aclaramos nuestro futuro.

La idea inicial era cruzar todo Canadá para llegar al oeste pasando por los parques de Banff y Jasper. Buscando y rebuscando nos encontramos con Christian, un chico alemán que iba a cruzar EUA por la mítica Ruta 66. Así que cambio de planes… ahora nuestra idea es llegar a California cruzando buena parte de los estados de USA. Sabemos que el inicio será Chicago y el final San Francisco, Las Vegas o Los Angeles pero ni nosotros sabemos que nos depararán estos casi 4000 km, la carretera madre nos espera.

Christian nos recogió en Toronto a bordo del que será  nuestro medio de transporte y ocasional casa durante los próximos días, un Dodge Grand Caravan que resulta la mar de cómodo y práctico. No podíamos abandonar Canadá sin visitar las famosas Niagara Falls, además nos pillaban de camino hacia la frontera con los EE.UU, así que decidimos que serían nuestro primer stop del viaje. Bien, solo podemos describirlas con una palabra: DECEPCIÓN. Nos habían advertido que una vez vistas las cataratas de Iguazú éstas nos iban a resultar menos impactantes, pero tampoco nos esperábamos lo que encontramos.

Lo malo que tienen es que las han convertido en un circo, así como las de Iguazú están rodeadas de naturaleza y, a pesar del volumen de turistas, puedes caminar durante horas por el bosque, acercarte al borde y sentir toda la fuerza del agua; las del Niagara están rodeadas por cemento, hoteles, restaurantes, atracciones turísticas y hasta un casino. La parte buena es que son gratis, así que podemos decir que estuvimos allí y no nos gastamos un duro.